Tuesday, September 04, 2007

Las mujeres bellas las dejo para los jóvenes.
Las posiciones acrobáticas las dejo
para los fakires.
Yo sólo quiero un poquito –un poquito,
de veras muy poquito– de compasión,
de apapacho. De eso que volteas
y tientas el pelo de una mujer, y lo hueles y lo acaricias,
y dices, puta madre, a mi también me sonríe la vida.

Eusebio Ruvalcaba "El frágil latido del corazón de un hombre"

Tuesday, July 10, 2007

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Cómo quisiera haber sido buen poeta y corromper todo a mi alrededor.
¿Tendré que pasarme el resto de mi existencia pergeñando una línea tras otra, sin que nadie diga ese tal Eusebio está loco si eso que escribe es poesía yo soy Jesucrísto? Carajo, ¿no puedo escribir no digamos un poema sino una puta línea, una sola, que leas y digas cabrón, este pinche Eusebio está grueso? ¿De veras será tan dificil seducir a una mujer, no servirá también para eso la poesía, que una mujer lea el poema y que diga diablos, Eusebio, yo quiero contigo, carajo, eres un dios y yo quiero hacer el amor con un dios? ¿O que no habrá modo de hacer del poema un estallido continuo, que transtorne todo a su alrededor que justo ahí donde parece que la vida está inmovil llegue el poema y pudra todo; pregunto, no se podráhacer eso, de veras no se podrá, o uno se imagina los obstáculos porque tiene miedo, porque en el fondoes imposible violentar las formas? Quién sabe, tanta pregunta a mí no me concierne. Me imagino que habitualmente los poetas no se hacen tantas ni tan estúpidas preguntas. Simplemente se han de sentar a escribir y ya. Que nadie se pregunte nada. Mejor. Que se domine y se amanse a esa perra rabiosa que es la sintaxis. Y listo. La poesía no cambia nada ni es nada ni transtorna un carajo. Esto es un hecho. Y es lo único que importa.

Eusebio Ruvalcaba. El Frágil Latido del Corazón de un Hombre. Editorial Nula. México, 2006. p.20